Jueves, once de agosto de 1988.
Madrugada.
Vuelvo a ti como si fueras mi tabla de salvación. Acaso mi única tabla de salvación. Y ahora mismo no estoy segura de que pueda resistir en medio de este oleaje que se ha desencadenado de improviso durante mucho tiempo.
Todavía no hemos entrado en Madrid.
Joaquín aún no sabe nada. Aunque después de lo de este mediodía, será prácticamente imposible ocultárselo. Incluso contraproducente. Puede acabar odiándome. Y eso si que no. Si me deja (¡ay diario que un escalofrío de miedo me ha recorrido cuando lo he escrito!), que no sea porque yo le oculte cosas tan vitales.
(Mamá, acabas de dar jaque, pero no te equivoques, no es jaque mate, aunque en un principio lo pensara. Reconozco que la otra noche te minusvaloré).
La primera decisión que he tomado, después de que me enteré que habías descubierto mi escapada, ha sido la de empezar por buscar algo un poco sólido en Madrid. Sólido en el sentido que nos permita construir futuro sobre ello, aunque sea el mínimo imprescindible. Se trata de que seamos una joven pareja que aterriza en la capital para encontrar una buena salida a sus vidas. Nada extraño.
Llegué a la conclusión de que el mejor modo para convencer y explicar las cosas a Joaquín, era contar con alguna solución concreta encima de la mesa, antes que únicamente con problemas, dudas y caminos por andar. Joaquín va a lo concreto, a lo positivo, a lo inmediato. No es bueno, pensaba, plantearle problemas, incógnitas; lo mejor es, para evitar la duda, ofrecerle soluciones, que desde el principio vea la luz, una salida, aunque sea difícil y esté muy lejos. Si sólo ve puertas cerradas, dará marcha atrás.
En una cafetería de gasolinera, donde habíamos parado para repostar y para comer algo, camino de Aranjuez, compré un periódico para seleccionar ofertas de trabajo, alquileres, esas cosas que suelen hacer los jóvenes que aterrizan sin nada en Madrid. Es decir, para poder vender mi oferta hacia la aventura, con hechos concretos, y con salidas. Al pasar distraídamente las hojas mientras mordía el bocata de tortilla, me añusgué. Ha sido uno de los momentos más terribles de toda mi vida. Sentí un corte en lo profundo de las entrañas. Supongo que cambié el color de la cara. Menos mal que no había nadie cerca.
Había visto mi foto en la sección de sucesos, con titular a dos columnas:
LA MENOR DESAPARECIA EN EURITMIA, SECUESTRADA
EL SOSPECHOSO ES SU ANTIGUO NOVIO.
Pensé, “Se lió”. Pensé, “Se me acabó”. Pensé, “La puta de mi madre me ha ganado la partida”. Pensé, “La jodiste, Mila”.
Después no pensé. No pude.
Luego, angustiada, miré hacia Joaquín, que continuaba en la barra, probablemente encargando algo más de beber. La noticia era devastadora y, sin duda alguna, procedía de las mentes de mi madre y de mi abuelo, que debían, a toda costa, salvar el honor de la familia.
Por fin, leí la noticia, como si me fuera la vida en ello... Me va la vida en ello.
En un principio tenía toda la pinta de un jaque mate. Después de leerla pensé, “Se lió”. Pensé, “Se me acabó”. Pensé, “La puta de mi madre me ha ganado la partida”. Pensé, “La jodiste, Mila”.
Venía a decir que mi novio (mi antiguo novio), del que no se sabía el paradero desde el instante en el que desaparecí, me había seducido con malas artes, es decir, me había secuestrado. He de reconocer que tal palabra no se decía ni una vez, excepto en el titular, pero se entendía fácilmente. Contaba la información que, según mi familia, me iba a ir de vacaciones con una amiga, después de haber discutido con mi novio, y que éste, en extremo celoso y posesivo, no se había conformado y me había forzado, contra mi voluntad, a huir con él. Se daba el número de teléfono del Cuartel de la Guarda Civil donde llevaban el caso.
Joaquín regresaba, así que de forma apresurada localicé la sección de anuncios por palabras, y, aparentemente, me ensimismé en su lectura. Tenía que evitar a toda costa que conociera mi pánico.
Pensé, “Se lió”. Pensé, “Se me acabó”. Pensé, “La puta de mi madre me ha ganado la partida”. Pensé, “La jodiste, Mila”.
Mi mente viajaba por otros derroteros. Tenía a toda la pasma detrás, pero yo era la víctima. En cuanto que Joaquín lo viera, acabaría nuestra aventura. Un relámpago de pena atravesó mis neuronas en forma de pregunta angustiosa, “¿Se acabará también nuestro amor?”. Evitaría a toda costa que él se enterara, por lo menos hasta que llegáramos a Madrid, allí la cosa, si se nos daba medio bien, tendría otra dimensión.
Pensé, “Se lió”. Pensé, “Se me acabó”. Pensé, “La puta de mi madre me ha ganado la partida”. Pensé, “La jodiste, Mila”.
(Acaso debiera entregarme a la policía y que se acabe la historia. Quizá con esto ya puedo herir suficientemente a mi madre y a mi abuelo. Pero en el fondo los ganadores serían ellos. Una vez más, me tendrían bajo sus pies, lamiendo el piso ellos hollan.)
No me da la gana, llegaré hasta el final. Sería peor que un infierno vivir bajo el mismo techo, al menos durante once meses con esta historia golpeándonos diariamente. A ellos y a mí.
(Mamá, no me vencerás. Me has acorralado pero te derrotaré. Por mucho que quieras venderme como víctima, el mundo entero se enterará que me he largado de tu lado, porque no puedo soportar los grilletes negros que me colocaste en el alma el día en que nací. Tus desprecios. Tu falta de ternura. El afán porque yo fuera una prolongación de tu persona. Tu odio, en definitiva. Has de saber que he encontrado la llave que los abre y me escaparé, no lo dudes. No puedo soportar más, que cada sueño que amanece por mi mente sea cortado por las agujas asesinas de tus ojos.)
Pensé, “Se lió”. Pensé, “Se me acabó”. Pensé, “La puta de mi madre me ha ganado la partida”. Pensé, “La jodiste, Mila”.
Continuará...
7 comentarios:
Amando, este capítulo ha sido la bomba que no me esperaba, la sorpresa que me me ha dejado boquiabierto. Y me ha gustado, porque ahora en mi imaginación han comenzado millones de nuevas hipótesis sobre como proseguirà la historia y que hasta hoy no había pensado.
Me ha gustado muchísimo.
Un fuerte abrazo.
Leo
Hoy he sentido escalofríos leyendo el capítulo…Y ahora estoy escribiendo el comentario y sigo con los vellos de punta…Sólo pienso en el sufrimiento de los padres y abuelo. Miedo me da los siguientes acontecimientos.
...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
AFECTUOSAMENTE
AMANDO
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.
José
Ramón...
Buen capítulo, Amando. Ya empiezan los contratiempos anunciados. A los que me preceden, haceis bien en imaginar sin límite.
Qué importante es su diario, a fin de cuentas es lo único que tiene y un pensamiento fijo: "la jodíste, Mila".
Besos, todos, escribidor.
¡Ay esta Mila!... con sus pensamientos tétricos... ¿Le saldrá el tiro por la culata? Me quedo en suspense esperando el siguiente capítulo. Un puñado de besos para todos vosotros.
Mila está muy obsesionada con su idea y ni siquiera piensa que su madre la busca, no para fastidiarla sino para encontrarla.
Su única idea: mantener a Joaquín a su lado y "no ser pisada".
Seguiremos esta historia que lleva camino de convertirse en un drama-dramón.
Un abrazo Á.
Como iba atrasada en la lectura, no he hecho comentarios en algunos capítulos, peo no puedo evitar hacerlo en este: menudo follón que está organizando la niña!!!
Esto huele a tragedia de a mejor.
Me gusta el giro, repentino, que ha dado la historia, aunque era algo que estaba esperando desde hace tiempo.
Muy bueno, amando.
Un abrazo grande
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