Miércoles, veintisiete de julio de 1988.
Madrugada.
Madrugada.
Otra vez llega la madrugada. Otra vez, y por fin, la oscuridad y el silencio de la noche se convierten en mis aliados más seguros. El sueño de los demás es la gran muralla defensiva que necesitan mis sentimientos, mis ansias, mis anhelos para huir de mis entrañas, sin ruido, e instalarse en las hojas de mi corazón extracorpóreo con pastas de hule negro y brillante.
He trazado un plan. Me parece maquiavélico y rebuscado. No me queda más remedio. (Es increíble como funciona la mente del ser humano cuando se coloca en una situación límite). Aunque ahora me repugna y me asusta un poco (al fin y al cabo esta es la hora de la sinceridad), es la única oportunidad que encuentro para engatusar a Joaquín y huir de casa con el tiempo suficiente para que no me pillen a la vuelta de la esquina. Alguien dijo que en la guerra y el amor valen todas las armas, espero que en una guerra empezada por amor, así sea. Yo utilizo las mías. No sé si son muy lícitas, pero son de las únicas que dispongo. O eso creo.
Lo primero era el apoyo de Laura. No me ha fallado... Laura es mi mejor amiga. Creo que lo he dicho, querido diario. Es la única que, desde niña, conoce cada uno de mis sentimientos. Y yo los suyos. Sé antes que nadie cuándo se enamora, cuándo se desenamora, cuánto sufre por una causa aparentemente perdida, cuánto se alegra con los éxitos de sus amigas y amigos. Sé lo que le emociona una puesta de sol. Sé cuánto le duele la bajada de la regla. Sé cada detalle, de la primera vez que lo hizo. No fue en la ciudad, pero eso es otra historia que aquí no pinta nada. (Desvarío).
Laura va cada año en agosto a la costa cantábrica, a Asturias* para ser concretos, con sus padres que tienen un chalet. Su familia es desconocida para la mía, lo que supone, en principio, que no llamarán a mis padres, ni mis padres les llamarán ellos, al menos al buen tuntún, y al principio. En mi familia, el undécimo mandamiento es quedar bien ante extraños, y el duodécimo no molestar a vecinos, conocidos y a quienes puedas sacar algún provecho, aunque sea mínimo.
Es la gran mentira. Tiemblo sólo de pensarlo; casi no soy capaz de ni de escribirlo. ¡Menos mal que no me gusta mentir!
En fin, le he dicho a Laura que necesito a toda costa que llame a mis padres para pedirles que me dejen ir con ella de vacaciones, por lo menos quince días. Como estoy absolutamente convencida de que a ella no le van a responder ni directa ni inmediatamente, no la coloco en situación de engañar a mis padres. Seré yo la que les engañe.
Le he contado la situación en la que estoy. No le he ahorrado ningún detalle. (Se lo merece, pues tantas veces he sido yo su confidente, que por una vez no está mal. Y además he pensado que era bueno que otra persona lo oyera. Quizá yo esté demasiado obcecada). Y le he pedido que me haga ese favor. Incluso le puede decir a mi madre, en secreto, que lo estoy pasando mal, que el castigo que me han impuesto ha hecho que Joaquín se haya puesto nervioso y que le he comentado a mi novio que necesito tiempo para pensarme mi relación con él. Otra mentira más dentro de la gran mentira.
—Es más —le he sugerido—, puedes decirles que he visto en estos dos últimos días alguna reacción de Joaquín que me hace sospechar que ellos tienen razón. Pero, les dices: “Eso no se lo comenten ustedes a ella, porque ya saben como es Mila, la cabeza tan dura que tiene. No dará su brazo a torcer, al menos tan fácilmente”.
A mamá, después de escuchar algo así, le brillarán los ojos de alegría y el corazón le empezará a botar. Verá los cielos abiertos. Acaso se lo tome como una convalecencia que me sanará completamente de mi enfermedad, llamada “joaquinitis aguda”. Sin embargo, no dirá nada. Contestará que lo hablará primero con papá y luego conmigo. Mentira, claro (en el fondo todo es mentira en esta casa), se lo dirá al abuelo y, probablemente, me concedan una semana, diez días a lo sumo. Le preguntará a Laura, así como por cortesía que cuándo saldrían y que adónde es el chalet, por si acaso tienen que llamar, si pasara algo. Ante tal posibilidad, he aleccionado a Laura para que le diga, sin darle importancia, que no se acuerda muy bien del número en ese instante, porque como sólo se utiliza una vez al año le cuesta memorizarlo**, y que no tiene a mano la libreta.
—Y le dices —continué, mientras le sonreía—, como disculpa: “No se preocupe, en cuanto que Mila sepa si va o no va se lo daré a ella”. Y dándole las gracias le cuelgas el teléfono. Mi madre es muy capaz hasta de que le digas los metros cuadrados de la casa” —. Me he vuelto a poner muy seria —. Laura, lo demás no te lo cuento. Prefiero que seas ajena a lo que estoy tramando. Sé que tienes que darme el número de teléfono y yo dárselo a ella. Intentaré, incluso llamar en alguna ocasión para despistar y ganar tiempo. Cuando llame ella, que lo hará, no lo dudes, le dices la verdad... Más o menos... Tampoco tires piedras contra tu tejado. Le dices que yo te había dicho que me dejaban ir con vosotros, pero que a última hora te llamé diciéndote que había habido unos contratiempos imposibles de resolver, por lo que anulaba mis vacaciones. Algo así.
Laura me ha mirado bastante asustada.
—Te arriesgas demasiado. No merece la pena. Me da la impresión de que te la estás jugando. Ningún tío, y menos Joaquín, merece algo así.
No era la primera vez que, cuando salía Joaquín a colación, sus comentarios fueran tan ácidos.
—Laura, no te metas con él. Hasta ahora Joaquín no se ha pasado conmigo. Además, te lo digo en serio, Joaquín es una excusa... No aguanto más la madriguera en la que vivo. Si no estuviera enamorada, o lo que sea esto, pues quizá aguantara un año más, quién sabe, podría, incluso probar con la universidad, pero te juro que la atmósfera es irrespirable.
— Bueno, vamos a dejar esa cuestión. Al fin y al cabo eres mayorcita. Sabrás lo que haces, digo yo... A lo que vamos... A mí no me importa hacer de tapadera y darte tiempo; pero a mis padres no les tiene que pillar el toro. Eso sería injusto con ellos, ¿no te parece? Es mejor que yo se lo cuente como si fueras a venir de verdad. O sea que oficialmente te estoy invitando a que vengas con nosotros de vacaciones. Luego, el viernes por la tarde, a última hora, o cuando quieras, pues creo que salimos el sábado de madrugada, llama a casa, mejor, incluso, cuando no esté yo, para que les digas a ellos los contratiempos de última hora. Así, si por un casual, cuando llamen tus padres a casa, no hablo con ellos, mis padres sabrán qué decir y quedan fuera de toda nuestra historia, ¿qué te parece?
— Tienes razón —. Asentí aliviada, aquella sugerencia mejoraba sustancialmente mi plan—. Es lo justo... El viernes llamo a tu casa para decir que no puedo ir de vacaciones con vosotros... En fin, espero que todo me salga bien. Creo que les podré despistar una semana.... Bueno, eso respecto de mis padres, pero queda Joaquín en esta historia.
— Ya me parecía a mí que era todo demasiado simple.
— Mira Laura, estás un poco borde con Joaquín — sonreí con amargura, supongo —, ni que te lo quisieras ligar tú. Al fin y al cabo es mi novio, ¿no? Si no me quieres ayudar pues lo dices y en paz. Ya me buscaré la vida.
— Vale, vale, tranquilízate... ¿Cómo no te voy a querer ayudar? En fin, soy toda oídos.
Respiré hondo, muy hondo. Tragué saliva. Estoy demasiado excitada. Cualquier cosa me altera.
— Perdona, chica, pero es que estoy tan nerviosa. Le contaré a Joaquín la verdad, casi toda. Le diré que he pensado irme de vacaciones con él durante el mes de agosto, pero como en casa no me dejan a penas moverme, tengo la coartada tuya. Le contaré que nos hemos inventado que la cosa entre él y yo está un poco chunga y por eso me doy el piro. Necesito que tú se lo confirmes punto por punto. Sólo es eso, tía, hazlo, por los buenos tiempos.
Me ha mirado a los ojos. Creo que una lágrima (Laura es de lágrima fácil) ha pretendido brotar, pero ha logrado contenerla a última hora.
— No te preocupes — me ha dicho —. Pero, ¿y si Joaquín no accede a irse contigo?
No había pensado en tal cosa, la verdad. Siempre he dado por supuesto que se querría ir conmigo, pero una escapada con una menor, por muchas coartadas que tenga y, por mucho que me quiera, no deja de ser un riesgo para él. Contesté con alegría.
— Pues se lo pierde. De todas maneras me largaré. A lo mejor aprovecho la treta y me largo con vosotros. No me vendrá mal en ningún caso.
— Ojalá que no se atreva a irse contigo. Nos lo íbamos a pasar guay. Si supieras los amigos que tengo por Asturias...
De pronto, se puso seria. Tomó aire, un aire denso y caliente a esa hora temprana de la tarde. Era un difícil momento para ella. No encontraba las palabras.
— Escúchame atentamente, por favor... Es la única y la última vez que te lo digo. Después de que te cuente esto, te juro que jamás volveré a hablar mal de tu novio..., en tu presencia —. Nuevamente hizo una pausa. Sopesaba las palabras. La animé con la mirada —. Te juro que ni he estado, ni estoy, ni voy a estar enamorada nunca de Joaquín. Si te lo digo con tanta seguridad es porque le he visto con otras chicas actuar como lo hace contigo y, después, las ha dejado tiradas y aplastadas como una colilla. Sé que el amor es ciego. Sé que tiene manos de oro, y que os pone calientes a todas —. Le he mandado una mirada de aversión, acaso demasiado profunda —. No me mires así, coño. Te repito que no te lo digo por experiencia propia. Simplemente me lo han comentado. Al final, sois todas una muesca en su revólver, en su historial de ligues. Espero equivocarme. Deseo, y no sabes cómo, que se haya enamorado de ti y no te deje tirada cuando se canse de tu cuerpo...—. Paró un momento. Fue en realidad para tomar impulso. Como cuando uno se lanza de cabeza al agua desde un trampolín —. Supongo que habrás calibrado bien lo que haces. Si te largas de vacaciones con Joaquín, tendrás que follar con él. Perdona la expresión, pero vamos a dejarnos de tonterías y circunloquios del idioma. El español es muy sabio. Lo de hacer el amor es una traducción mala del inglés que son unos puritanos. Amor es otra cosa, no sólo sexo. Con un tío, en la cama, en el coche, o en el pajar, se folla, por si no lo sabes. Si estás enamorada de él, mejor, claro. Tiene más sentido.
Me puse nuevamente nerviosa.
— Laura no hace falta que seas tan expresiva, ni reiterativa. Lo has dicho un par de veces. Pues vale.
— A lo que iba. Cuando lo hagas con él unas cuantas veces, te dejará ¿Te gusta más así?. A los tíos qué más les da.
— Laura, tengo una ventaja sobre las otras: se está acostumbrando a mí. ¿Sabes?, no he dicho que sí a la primera de cambio y eso me ha dado sus frutos. Gracias por los consejos. Pero últimamente no aguanto ninguno.
La he mirado directamente a sus ojos, y con la mirada más ilusionante que recordaba le he espetado
— Además, lo estoy deseando. Me he cansado de tanta pamplina. Total, disfrutaremos los dos.
— Ya está Mila, te he dicho lo que te tenía que decir... Se acabó... Desde ahora, Joaquín, para mí es un dechado de virtudes mientras no se demuestre lo contrario. Al fin y al cabo, eres su novia. Así que Joaquín será, desde ahora, el novio de mi mejor amiga.
Nos hemos aferrado las manos en un gesto de cariño que me hacía falta. Podía contar con ella para lo que fuera, y eso era de mucho valor, al menos para mí.
Después, he estado con Joaquín. Le he contado todo. Le he dicho que tengo unas ganas locas de estar unos días con él a solas. Me ha mirado al principio como alucinado.
— ¿Qué vamos a hacer con tus padres?
Y le he contado, punto por punto, lo que había planeado. Al final casi me lo creía hasta yo. Pobre infeliz. Si supiera que realmente lo que pretendo es largarme, pero largarme definitivamente. Primero le engancho y luego, cuando ya le tenga como un corderillo, sin la posible influencia de sus amigos, le cuento toda la verdad. Después ya veremos.
He regresado más temprano a casa. Esto también forma parte del plan. Se trata de dar credibilidad a la llamada de Laura. Me he acercado a mamá como muy mustia, muy compungida, muy abatida... Como un cachorrillo se acerca a su madre después de haber hecho alguna travesura que sabía positivamente no debía hacer.
— ¿Puedo hablar contigo, mamá?
— Di.
Ante la sequedad de su respuesta, he tragado saliva. Qué difícil se hace interpretar con esta mujer.
— Verás, con este horario nuevo que me habéis puesto...
— No sigas por ahí. No te lo vamos a suavizar.
No comprendo como aguanto ni un sólo minuto más este ambiente que asfixia. Ni había levantado la mirada de la labor que hacía.
— No, si no es eso, mamá —. Estoy empezando a conseguir logros importantes en el arte de la interpretación, pues la rabia, incluso el asco me carcomía profundamente, y, sin embargo, no ha traslucido lo más mínimo —.Verás, resulta que a Joaquín no le parece bien, y dice que para este plan mejor lo dejamos. O nos lo pensamos.
— ¿Y ese es tu novio? ¿Así es como actúan los novios de hoy en día?
Se ha convertido, como si mis palabras hubieran sido el conjuro del mejor mago de la historia, en una madre amantísima y cariñosa, casi meliflua. Sus palabras y su tono se han dulcificado. Casi me arrullaban, como cuando era un bebé, supongo. Se sentía triunfadora. De su pecho brotó un hondo suspiro de satisfacción, a la vez que de alivio.
— ¿Ves tontina? Si ya te lo decíamos tu abuelo y yo: cada cosa a su tiempo. Hoy en día hay mucho cara dura suelto por ahí, sin oficio ni beneficio. Que sólo busca, lo que busca. Ves, tanto meterte con el pobre abuelo, y mira qué razón tenía... Espero que no hayas hecho ninguna locura...
He vuelto a tragar saliva. He bajado la cabeza. Era imposible controlar la mirada. Necesitaba contar hasta cien, por lo menos.
— Lo sé mamá. Pero es que hay otra cosa: necesito pensar. Mira, el sábado se va Laura de vacaciones con su familia, al chalet que tienen en Asturias. ¿Me dejarías ir con ellos?
— ¿Qué dices, niña? De eso nada. Pero, ¿cuándo se ha visto tal cosa? ¿Qué opinará su familia? Además, nosotros no podemos devolver la invitación, al menos por el momento.
— Mamá, lo estoy pasando muy mal, necesito alejarme unos días para pensar mejor.
En esos instantes ha sonado el teléfono. Si hubiéramos planeado todo con cronómetro en mano, no hubiera salido tan perfecto. Lo cierto es que Laura lo ha hecho mejor de lo que estaba previsto. Pensé: “La imaginación al poder”. Ha sido su madre la que ha hablado con la mía. Por lo que he entendido de la conversación Laura ha vendido estas vacaciones a su familia como una necesidad suya de estar conmigo, más que al revés.
— S í— decía mi madre —. Me lo estaba comentando ahora mismo la niña. Lo que pasa es que no me gustaría que les causara trastornos.
Como siempre, mi madre quedando bien. En ese momento mordió el anzuelo. Era difícil pensar que dos mocosas se la estuvieran jugando. Lo sentía por la madre de Laura, que sin saberlo era un cebo perfecto.
— Bueno si es así, podría ir con ustedes una semana.
Eso era demasiado poco. Necesitaba más.
Empecé a retorcerme con avidez las manos. Este gesto es común a mamá y a mí, por eso sé cuándo empieza a estar nerviosa. He deducido que Laura estaba pegada al lado de su madre.
— Bueno — dijo mamá —, quince días. Pero no más, porque una cosa es que a las niñas les apetezca estar juntas, y otra, abusar de su confianza.
Le volvieron a cortar.
— De acuerdo...Sí...Ya, pero de todas maneras lo tengo que consultar con mi marido no sea que tengamos algún problema. Verá nosotros también queríamos salir este año —. Mentía descaradamente, pero se trataba de continuar manteniendo la imagen —. A lo mejor mi marido no ve con buenos ojos, ya que nosotros no podemos llevarnos a Laura este año.
Mi madre a lo suyo. Su cabeza había deducido que debería corresponder con el favor. Pero la madre de Laura le debió indicar que este año Laura quería pasar el mes entero en Asturias, luego ya se vería.
Así han quedado. El afán que tiene mi madre de quedar un escalón por encima ha sido determinante. Y esta vez la gran beneficiada soy yo.
Existe, sin embargo, una sombra, y es que después de mi llamada, ella intente convencer a mis padres el mismo viernes, incluso el sábado. Así que tengo que inventarme una buena excusa.
En la razón que me inventé para no salir a Asturias no deben aparecer mis padres por ningún sitio. Debe ser algo muy personal. ¿Tendré que decirle algo parecido a la verdad?
Lo importante es que dispongo quince días. Quince días para que luego en casa no me puedan encontrar. Quince días para terminar de enamorar a Joaquín. ¡Ojalá que Laura se equivoque respecto de él!
Aunque si soy sincera, todo lo que me dijo Laura ya lo sabía...Y no sé si me importa, aunque me asusta. Él tiene experiencia y yo soy tan novata. Sé positivamente que la primera noche que pasemos fuera de aquí, o sea la madrugada del sábado al domingo, me acostaré con él y eso me asusta. ¿No estaré yendo demasiado deprisa?
Tengo que preparar el equipaje. Espero que mañana mamá me compre algo de ropa. Al fin y al cabo, tengo que quedar bien con la familia de Laura. Se trata de que comprueben la magnífica procedencia de mi familia.
¡Qué todo salga bien! Siento, Joaquín, no actuar con claridad contigo, pero sé que de hacerlo así, te negarías en rotundo. Y necesito salir de este agobio.
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* La referencia a Asturias no es actual. Desde el primer borrador de la novela, elegí el Principado. No sé por qué... ¿Quizá en alguna parte del subconsciente sabría que acabaría tan enalzado a esa hermosísima tierra...? (N del A).
** Recuerdo que en 1988 no existían aún los teléfonos móviles.
* La referencia a Asturias no es actual. Desde el primer borrador de la novela, elegí el Principado. No sé por qué... ¿Quizá en alguna parte del subconsciente sabría que acabaría tan enalzado a esa hermosísima tierra...? (N del A).
** Recuerdo que en 1988 no existían aún los teléfonos móviles.
(Continuará...)
11 comentarios:
Que levante la mano quien no haya intentado cosa parecida; me limito al engaño -Mamá voy a dormir en casa de fulanita, para hacer un trabajo, ...ya. Y eso a pesar de las dudas que nos asaltaban como a Mila, en este momento.
Besos escribidor.
Este capitulo me ha gustado mucho, estas maniobras ardidas a las espaldas recuerdan un poco esas historias que al menos una vez nos hemos creado para hacer algo que nos habían prohibido, como ha dicho también Isolda, pero me parece demasiado perfecto para que todo vaya así de fácil. No veo la hora de leer el próximo capítulo.
Un abrazo.
Leo
Para esos están los buenos amigos...para ayudar. Veremos a ver si a Mila no se la dan "all together".
Quedamos a la espera de la próxima entrega.
Isolda:
Es que tengo las manos ocupadas...
:-).
Otra cosa es que me creyeran o se dejaran engañar.
Leonel:
Tienes razón. Además, creo que Mila es muy consciente de que se trata sólo de un ardid temporal. Sabe que será descubierta.
Flamenco Rojo:
Veremos, veremos...
El plan maquiavélico está en las manos de Joaquín y por supuesto aceptará sin siquiera pensar que Mila es menor de edad.
Durante estas últimas semanas solía leer varios capítulos de seguida. Tendré que esperar con ansia el próximo.
catherine:
Menos mal que no pretendo engañar a nadie. Ni siquiera se trata de una novela de misterios. Es imposible engañaros.
Ya falta menos para el próximo.
Sigo pensando como una madre con una hija adolescente. Bien es verdad que esa madre no es la que yo quisiera ser para mi hija, pero Mila se va, se escapa de casa , no es un fin de semana de aventura con regreso al hogar y fotos trucadas, es la ruptura total con unas herramientas muy endebles: un chico con mala fama que ella cree poder seducir y enamorar, pero ni siquiera está segura e incluso se plantea en un arranque de lucidez si no irá demasiado deprisa; varias mentiras-a la familia, a la madre de la amiga, al propio Joaquín...-
Me sigue dando mucha pena, y mucho miedo.
La desesperación es terrible, Mila es inteligente y planea con detalle y cautela porque no ve otra salida a su vida familiar, pero sigue sin gustarme cómo se lo está montando.
Es muy joven y lo va a pasar muy mal. Madurará pero ¿a costá de qué?
En fin, es una historia novelada y mis disquisiciones son un tanto absurdas, fuera de contexto.
Lectora, leo con mi experiencia y mis prejuicios y seguiré leyendo hasta Marzo. Quizás vaya modificando mi "extrema prudencia" a medida que los acontecimientos vayan desencadenándose.
Lo siento.
No me gusta nada esa actitud manipuladora de Mila. Manipula a su amiga e intenta hacerlo con Joaquín. Entiendo que esté agobiada con su familia, ¿qué adolescente no lo está, más si tiene una familia opresiva, como la suya? pero ese juego de voy a enamorarte y luego te cuento en el marrón que te voy a meter. Porque es un marrón gordo acostarse con una menor, aunque luego él sea un capullo (se intuye) y la deje tirada. Y no digamos para la amiga, cuando se descubra que la ha encubierto, que se descubrirá.
Esto va a terminar muy mal. Que conste que soy consciente de que nos lo has advertido...
No me gusta lo que hace Mila, pero el capítulo me ha encantado.
Un abrazo fuerte
Hasta aquí he llegado hoy que lla es mañana! Porque pasa de las doce. La verdad es que no me daban ganas de salir de esta en cantadora lectura. Mila tiene un hermoso compañero, el diario, que la es imprescindible para sobrevivir en su carcel, que aunque fuera de oro... sería igualmente jaula. Bravo- bravísimo. Besicosssssssss
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