Cómplices

Advertencias y avisos

Querido lector, querida lectora a partir de este momento, Euritmia en la Red ha eliminado de sus contenidos la novela corta "Alas rotas", cuya primera versión fue escrita en el verano de 2003.
Como explico en el post correspondiente la razón se debe a que la editorial "La Esfera Cultural" ha decidido publicarla en papel.
Puede adquirirse si pulsáis en ESTE ENLACE

VERSIÓN EN AUDIO DE ALAS ROTAS

Introducción a la versión en Audio.

sábado, 12 de marzo de 2011

Fin de trayecto. Epílogo. Capítulo 68

Después de la noche de insomnio, en la que ha tenido algún momento de lucidez para llenar la última página de su diario. Se dirige, aparentemente calmada y quizá algo aburrida, a la estación de Chamartín. No ha amanecido, aunque una sucia mancha lechosa cubre el lejano horizonte.
Las chicas agotadas, borrachas algunas, y aún bajo los efectos de la cocaína las más, acaban de llegar. Ninguna se extraña de que justo a esa hora tan intempestiva parta. Al fin y al cabo es su día libre y muchas veces toma el tren. Según Madelaine, que lo sabe de muy buena fuente, se va a un pueblecito de la Sierra. Así que piensan, con la lógica que suele utilizar el ser humano, que allí se irá. Para alivio de Mila, Madelaine no ha regresado aquella madrugada, un compromiso de última hora con un viejo cliente, le ha retenido en Jazmín. Ni siquiera Sole, su mejor amiga, se ha dado cuenta de que lleva un bolso nuevo, oscuro (marrón o negro), mucho más grande de lo que a ella le gusta. Tampoco se ha dado cuenta de que no se ha pintado los ojos y los labios, algo muy extraño en Mila. Pero hay que entender, que al amanecer, una chica como Sole, tiene sueño y unas cuantas copas de más. Madelaine, por tanto ha sido ajena a la mirada melancólica que Mila arroja sobre la casa. Si la viera, a lo mejor sospecharía algo y quizá llamara a Ricky para contárselo. Madelaine tiene más experiencia que las chicas y es muy buena observadora. Además, rara vez se emborracha. Mila sabe desde ese mismo instante que su plan va a salir bien. Es consciente de que llegará hasta el final. Por fin algo le saldrá bien, aunque sea lo último. Sabe que no volverá a Madrid, ni a Jazmín, ni a aquella casa, por eso mira con melancolía, como con añoranza. No sabe si le importa o no. Y en esos momentos de cierta lucidez, se dice, como en un lejano murmullo, si no sería mejor olvidarse de todo y continuar, aunque sea flotando a causa de las dosis de cocaína, en esta vida ruin. Al fin y al cabo, lo único que tiene seguro es vivir sobre la superficie de la Tierra. Pero, dentro de ella, un fiero animal de poderosas garras negras tira hacia la otra dirección, la del horizonte oscuro, la del crepúsculo eterno. Así que, tras un “Hasta luego” protocolario y rutinario al resto de compañeras de Jazmín, camina con pausa la distancia no muy grande que le separa de Chamartín.
De la calle emana un calor denso y desagradable que se mezcla con el lacerante olor de los residuos en descomposición de los contenedores de basura que aún no han sido retirados por los operarios municipales de limpieza. Acaban de regar, y, de vez en cuando, pisa un charco sucio y extrañamente templado. Entra a la estación por la parte de largo recorrido. Desea un café. Mejor dicho, sabe que es imprescindible para que todo lo que tiene en mente salga como lo ha planeado. Primero, en la correspondiente taquilla, adquiere su billete hasta Euritmia. Lanza una rápida mirada a los relojes. Todavía tiene tiempo. Le han dicho que el tren partirá por la vía seis. Casualmente, junto a la salida hacia el andén correspondiente hay una cafetería. Pide su café, “En taza grande y muy cargado, por favor”. Se lo han servido y lo toma con deleite, con fruición, como si fuera el último de su vida, y probablemente lo sea. Aquellos pensamientos lúgubres la han distraído nuevamente del contacto con la realidad. Cuando alza la vista a los relojes, se da cuenta de que falta escasamente un minuto para la salida anunciada. Corre frenética. No ha pagado el café. El camarero está todavía casi dormido. Cuando se ha dado cuenta, no ha tenido más remedio que encogerse de hombros y despotricar contra su mala suerte. Ha pensado que lo mejor es suponer que acaba de invitar a una chica guapa. Así que se hurga el bolsillo e introduce en la caja registradora la correspondiente cantidad. Mila se lanza escaleras abajo, apunto de caerlas rodando. Por suerte, el jefe de la estación la ha visto y le hace un ostensible gesto de que espera a que entre en el vagón, lo que ella agradece. Antes de subir, Mila, ve cómo dos palomas asustadas emprenden un vuelo agitado hacia el horizonte. Dentro, ya sentada, se dispone a viajar. Le esperan unas cuantas horas hasta que llegue a su ciudad.

Del principio del viaje no puede dar cuenta, pues el animal que ocupa su ánimo, se despereza de su sueño intranquilo nada más salir el tren de la estación, al tomar la primera curva a la izquierda, y se dedica a empujarle, a acorralarle hacia los más terribles de sus recuerdos.


Continuará

9 comentarios:

Flamenco Rojo dijo...

Tanta ganas como tenía que llegara el final...y ya me está entrando pena pensando que el mismo se acerca inexorablemente. Si mis cuentas no me fallan, apare de este capítulo, nos quedan tres más.

Un abrazo.

emejota dijo...

Estoy con Flamenco, ya imaginamos que, ahora nos falta el cómo y estas jugandolo muy bien. Un fuerte abrazo.

catherine dijo...

¿La última página del diario de Mila será la última página o las últimas frases de la novela? Ya la conoce el escritor, y el Escribidor nos deja en ascuas.

Isolda Wagner dijo...

Estoy de acuerdo con todos vosotros. El escritor vecino, lo hace muy bien, nos tiene en vilo desde hace mucho tiempo y nos contará al detalle los pensamientos y los hechos, eso espero después de tanta tensión!
Besos Escribidor.

Unknown dijo...

Como dice el dicho, "la suerte está echada", ahora no queda que saber los detalles, como han dicho.
Un abrazo apra ti, Amando.
Leo

Ana J. dijo...

Ahora me pasa como cuando una persona querida está a punto de morir, que piensas que va a ser un sueño, que ocurrirá un milagro...
Yo pienso que lo mismo no es Mila la que encuentran muerta. Incluso ya he encontrado sustituta para el cuerpo que aparece en el escenario de la masacre.
Bueno, alucino, ya lo sé...
No puedo esperar para leer el final...
Besos

Ángeles Hernández dijo...

*ero no ha visto ya el veciono a todos los cadáveres, incluido el de Mila irrexonoxible hace dos capítulos?

¿NOsehaquedado ocnel diario antes de que se lo requise su akigo el comisario?.

Me esta fallando la agilidad, tanto usarla va a gastarse. Espero o si no , mañana me lo explicas si tienes un segundo. No mejor espero.

Besos y voy a dormir que si no mañana no estaré fina ..Á.

Amando Carabias dijo...

Se trata de un flashblack final...

Efectivamente el escritor ya ha visto todo lo que tenía que ver. La novela está resuelta en lo que a resultado se refiere...

Es lo que ocurre en muchas ocasiones con nosotros mismos. Leemos o escuchamos alguna noticia (buena o mala, es igual) y nos quedamos con el hecho, pero casi nunca llegamos a conocer las razones que han conducido al resultado.
Algo así he pretendido. Ahora, en el Epílogo, que por eso es epílogo, retrocedemos a ver todo lo que sucedió desde dentro de la mente de Mila justo ese día, ese día de asfixiante calor mesetario.

Marina Filgueira dijo...

Bien explicado Amando. En el Epílogo es donde veremos con más claridad toda esta macabra histora.

Besos para todos vosotrios.