Al final, como siempre, entramos en la popularmente conocida como calle de las Tascas. Aquel nombre definía a la perfección su contenido fundamental. Era como un monocultivo.
Mientras subíamos por la calle Imperial, nos llegó la noticia de que habían eliminado el toque de queda, dada la neutralidad española en el conflicto, no parecía necesaria, pero se advertía que no se toleraría el más leve altercado. La policía estaba autorizada a emplearse a fondo con cualquier alborotador callejero. Según nos comentaron, hubo cruce de declaraciones, y la postura de los socialistas parece que fue asumida por la UCD. En fin, temas de política menor, comparado con lo que se cocía fuera de nuestras fronteras, pero que nos daban un mayor respiro.
Conclusión, que era lo que más nos importaba, teníamos la noche libre.
Tampoco era mala noticia aquella. Parecía que la tranquilidad podía llegar poco a poco. El frío era cada vez más intenso. Se hacía casi sólido, como de piedra. Gracias a la cantidad de alcohol, sin embargo, lo notábamos menos.
Al llegar al bar Roma divisé al grupo de amigos del que había formado parte hasta hacía unos meses. Mi primera pandilla de adolescente. No es que nos enfadáramos, ni nada de eso. Lo que ocurre es que al entrar yo en el Club, comencé a relacionarme con otros compañeros. De vez en cuando, todavía me veía con ellos, y tomábamos alguna copa juntos.
El aspecto del bar parecía el de cualquier sábado por la noche. Estaba repleto. Me acerqué hasta ellos. Los demás, supongo que por inercia, me siguieron, con lo que el grupo, por las circunstancias, se había ampliado sustancialmente.
Allí estaban muy enfrascados en alguna conversación apasionante Chus, Casio, Rocas, Alberto, Ángel y Che. A Chus, o sea Jesús Manuel, lo conocía yo desde hacía más de seis años. De cara al grupo, funcionaba de un modo, de cara a los desconocidos de otro. Era muy tímido, sin embargo, con nosotros actuaba con sensibilidad y tacto. Casio, o sea Raúl, como su mote indicaba, era el sabio del grupo. De todo tenía opinión formada, de todo sabía. Casio siempre estaba bien informado. Era el único que leía entonces la prensa a fondo y con asiduidad. Y cuando digo a fondo digo dos periódicos de tendencia diferente, sus editoriales, entrevistas a políticos... Y cuando digo con asiduidad digo cada día. Aunque alguna vez resultaba un poco pedante, convenía escucharlo. Sus criterios solían estar reflexionados. Siempre tuvo las cosas muy claras. Actuó al revés que la mayoría. Primero se preparó unas oposiciones, y una vez aprobadas, siguió sus estudios universitarios. Rocas, había sido una nueva incorporación al grupo. Yo no le conocía mucho. Llegó cuando yo ya apenas iba con ellos. Alberto era todo bondad. Había dejado de estudiar, antes de acabar la básica. Desde entonces, trabajaba. Parecía mucho mayor que nosotros, pero su madurez era una adherencia artificial, como si se hubiera hecho una fotocopia de lo que veía en el mundo de los adultos en el que se movía. Ángel se pasaba la vida con cara de felicidad. Era feliz. Sonreía constantemente. Se dejaba llevar por Che, pero esto tampoco era problema, porque Che no manipulaba, ni dirigía. Che, o sea Pedro Pablo, era con quien más comulgaba. Ambos éramos unos soñadores. Siempre andábamos con utopías. Cuando hacía unos años, se topó con el personaje de Che Guevara, fue tal la pasión la que puso en contarnos su vida y sus ideales revolucionarios, que automáticamente, empezamos a llamarlo así. Sin embargo, aquellas utopías juveniles, en las que nos movíamos los demás, en su caso habían dado paso a una actitud más concreta, más de pisar la tierra. Más revolucionaria, por así decir. Desde el final del curso anterior, por ciertos problemas a los que no tuve acceso en su totalidad, trabajaba como albañil. El contacto con el cemento le había hecho más duro en lo personal, y más radical en lo político.
Ambos grupos juntos, sumaban un buen número de personas, por lo que de forma natural nos subdividimos. Si no, hubiera sido imposible entendernos. Primero pedimos las consumiciones, lo que fue todo un logro. Yo encargué mi eterna ginebra. Había perdido la cuenta de las que llevaba aquel día. También pedí un bocadillo, pues me temí que no bajaría a casa a cenar. Después de haber eliminado el toque de queda, seguro que a alguien se le ocurrirá algo para que la noche no fuese una noche diferente. Ese pensamiento me llevó a otro, medio a voces, se lo dije al camarero, '¿Me pones el teléfono?' Llamé a casa. Ya se habían enterado de lo del toque de queda. Así que no les extrañó que les dijera que no se preocuparan si tardaba. 'A lo mejor es mucho', les dije, 'Porque nos hemos encontrado muchos amigos y lo mismo organizamos algo', 'No hagáis ninguna tontería', 'Tranquila'.
No sé por qué dije tales cosas, pero dentro del estómago sentía un zumbido lejano, una premonición. Y no era ni hambre, ni efecto del alcohol. Seguro que iba a pasar algo.
Cuando volví a por mi consumición, me quedé en el grupo de Casio, Che y Gabi. Parecían tres políticos. Después de unos minutos de escucharles se lo dije, 'Si os pusierais un poco de traje y corbata, pareceríais diputados, vaya tres'. Casio me sonrió, 'No, si encima de que no se te ve el pelo desde hace meses, vienes a nuestro territorio a meterte con nosotros'. Le devolví una respuesta, como se merecía, eso sí, sonriendo, 'Disculpe usted, señoría, pero creía que el gobierno del Reino de España se había declarado neutral, por lo que el territorio no es del enemigo', 'Vale, vale Romanones'. Che nos interrumpió, 'Les estaba contando, que esta mañana nuestro jefe se ha puesto en plan cabrón, y dice que hasta que no pase todo esto no piensa pagarnos, para que sigamos yendo al curro'. Gabi preguntó, yo, mientras, mordía el bocadillo con avidez, '¿Para qué quiere él el dinero?' Con la boca medio llena sugerí, 'A lo mejor se compra una parcela de cielo y la urbaniza'. Che lo entendió como una broma. Estaba muy sensible, '¿Nos reímos o echamos pesetas?' Me defendí, 'Oye que lo he dicho en serio, seguro que piensa eso, seguro que dice que su sacrosanto deber es el de trabajar'. Por mi parte le conté lo que nos había pasado a nosotros, para que viera que no todos los jefes eran iguales, 'Pues fíjate qué diferencia, a nosotros nos han liquidado por si acaso'. Chus llegó a la evidente conclusión, 'Por lo que veo aquí cada uno ha hecho lo que se le ha puesto en los mismísimos, y a éste le ha tocado la parte buena del asunto'. Asentí.
Más calmado, pues me había entendido, Che siguió con el relato, 'No creas que eso ha sido lo único'. Se notaba que estaba indignado, 'El mamón ha prohibido los aparatos de radio, porque dice que así no nos ponemos nerviosos; como que hemos pensado que es que no se lo cree, que el tío piensa que es un camelo de la prensa o yo que sé'. Gabi también intervino, '¿Vosotros qué habéis hecho?', 'Hemos aguantado un par de horas; luego nos hemos largado; si no se podía estar allí; que nos intente despedir, si se atreve'. Casio dio su opinión, 'Pues como haya habido muchos como él, no me extraña que al final se prepare algún jaleo'. Tomó aire y siguió, yo me había encendido un cigarrillo después de acabarme el bocadillo, 'Luego, cuando pase algo, empezarán a quejarse y a protestar, que si la democracia trae desmanes, que si en tiempos de Franco con más mano dura estaba todo más controlado, que así no se puede ser feliz'. Gabi asintió, 'Justo'.
Era lo que me faltaba por oír en el día aquel, que también la opresión se aprovechara del desconcierto, 'A veces pienso que con gente de esa calaña, no me importaría que todo esto acabara por arder'. Che, que bebía cerveza, se pasó la mano por los labios, para quitarse la espuma, 'Y que lo digas...' Parecía que la intervención de Casio le había dado alas, 'El problema es que no es el único, hay muchos más como él'. La conversación se calentaba. Me recordaba a las reuniones clandestinas de los primeros sindicalistas, o algo así me imaginaba yo. Los argumentos, por desgracia, habían cambiado poco en los últimos cien años, como decía Casio en ese momento, 'Hasta el último día sacando un duro a los demás, es el afán de ganar dinero, cómo es lo único que saben hacer, y lo hacen de maravilla'. Che introdujo el elemento que a mí me preocupaba más aquel día, 'Ni nos dejan disfrutar de los últimos días que nos quedan.' Le pregunté ávido, como había hecho con todos los que habían sacado el tema, '¿Crees que esto se acaba?' Me miró, creo que no esperaba el giro en la conversación, pero me respondió,' Muy negro lo veo, ¿y tú?'. Contesté lo que llevaba contestando todo el día, quizá con un matiz un poco más amargo, acaso el cansancio emocional del día, 'Pues igual, pero todavía me queda una esperanza, será porque sigo soñando en exceso'. Después de un suspiro, y de inhalar una buena cantidad de humo de mi cigarrillo, que expulsé intentado que formara aros en el aire, acabé mi argumento, 'Aunque no sé si mañana amanecerá, si soy sincero'. Casio también dio su opinión, 'Ni yo tampoco'.
Cuando hablaba de mis esperanzas lo decía por algo y se lo quise aclarar, 'Por lo menos han declarado la neutralidad'. Casio, por lo que se ve, tenía muy estudiado el tema, 'Yo creo que el movimiento de los americanos de aceptar tan deprisa la solicitud española, es algo táctico; aparentemente aceptan, pero en función de cómo vayan los acontecimientos, pueden tener excusa para invadirnos en cualquier momento, porque técnicamente ya no somos sus aliados'.
Sí que era cierto que su decisión había sido muy rápida. Casio, como siempre, podía tener razón. Un nuevo miedo me entró. Ser neutral también significaba que los dos contendientes podían utilizarnos; ser neutral, llegados a un extremo que ninguno deseábamos se parecía bastante a ser enemigo de todos y amigo de ninguno, 'No se me había ocurrido esa posibilidad'. Le había dado donde le dolía y amplió su tesis, 'Pues está clarísimo, dan el zarpazo y una nueva colonia, bueno más colonia de lo que ya somos, y encima en Europa; pueden argumentar que, como no pertenecemos a la OTAN, somos un peligro potencial, o algo así'. Gabi manifestaba su impotencia, y el dolor que le estaba produciendo todo aquello, '¿No se darán cuenta de que ellos también se van al carajo?' Che manifestó el cariño que sentía por los norteamericanos, 'Como son así, lo mismo se piensan que ellos son los elegidos de Dios y se salvarán, algo así como el nuevo pueblo de Israel... Ya me les imagino con el viejo Reagan atravesando el Mar Rojo... de sangre'. Por fin Rulos, que no había abierto el pico, y que, por lo que dijo, se había enterado de poco, vio la opción de meter baza, 'Ahora que dices Dios, como Él no lo arregle, vamos listos'.
Aquello era una novedad. Ni en la clase de religión de la mañana habíamos discutido sobre el asunto; nos habíamos limitado a la Iglesia, a su jerarquía, pero no habíamos llegado a la divinidad. Así que me pilló un poco por sorpresa la acritud en el comentario de Che, 'Lo único que se les ocurre a los de la Iglesia es que hay que orar', mierda. Respondí con tacto, no quería herir, 'No creas, Che, lo mismo en este caso no está la cosa tan mal pensado'. Le miraba de hito en hito mientras hablaba, pero no deduje nada de sus actitud, así que seguí, 'Quizá sea lo único que nos queda; o eso o mirar como van cayendo los misiles, uno tras otro, en cualquier parte del mundo'. Explotó, 'Venga ya, si no hubiera contemplado tanto y durante tanto tiempo al capitalismo y a los poderosos, no estábamos con estas gaitas'. Iba embalado, no se le podía detener, 'Joder, con la iglesia, siempre estamos igual; tienen ahí un programa cojonudo, pero nadie se ha molestado en intentar ponerlo en práctica, salvo cuatro chiflados, como san Francisco, y unos cuantos de la teología de la liberación, nadie ha hecho nada, con arrodillarse y pedir perdón, porque me la he meneado, o he mirado a la vecina del quinto, es suficiente, ya está hecho todo'. Dejó el vaso de la cerveza con excesiva energía sobre la barra de zinc, 'Y además, los muy cínicos se enorgullecen, Dios es bueno y llevará al cielo a los buenos, que claro somos nosotros los bien pensantes burgueses y capitalistas, no van a ser esos rojos comunistas de mierda, así que los pobres y marginados que se jodan y esperen a llegar el cielo, esa es toda la oferta de los cristianos: sufrid aquí, porque allí seréis los más felices'. Se había disparado. Toda la inquina del día, y probablemente de mucho tiempo la arrojó en aquella parrafada. Intenté calmarlo, 'Vale, llevas razón, pero estás hablando de una parte de la jerarquía y de algunas asociaciones, no todos actuamos igual'. Le miré de frente y por derecho, él sabía que por ahí yo no pasaba, 'Hay grupos de bases, jóvenes, otros grupos comprometidos que aborrecemos esa situación, tú lo sabes como yo'. Después de un pequeño silencio, adecuado para refrescara la memoria, añadí, 'Además, en este caso concreto, creo que poco hubieran podido hacer'.
Un espeso silencio, que provocamos con cierta sabiduría poniéndonos todos a beber para evitar que la discusión aumentara, cubrió a nuestro grupo.
El resto de los que fuimos juntos, hablaban de sus cosas. Parecían más relajados que nosotros.
Lo volví a intentar. Más que nada como gesto. Me dolía que Che nos hubiera metido a todos en el mismo saco. Él sabía que yo no iba por ese camino. Él sabía que yo apostaba por otra cosa, 'Mañana, suponiendo que lleguemos a tanto, tenemos oración los del Club'.
¿Era acaso una estrategia? ¿Una justificación? Se me ocurrió de pronto. Es como si hubiera descubierto en aquellas quejas doloridas de Che, que latía, en el fondo, el anhelo de que fuera verdad todo por lo que protestaba. Ante su terco silencio seguí, 'Seguro que mañana el cura no pone pegas porque vengáis gente que no estáis en el Club'. Se quiso escabullir, no quería reconocer que le había gustado la idea, 'Pero como tú has dicho, ¿mañana amanecerá?' Cerré la cuestión, no podía dejar que fuera él quien lo hiciera, 'Por si acaso va y amanece, estás invitado'. Se encogió de hombros. Aquel vago gesto podía significar tanto que sí que vendría, o lo contrario.
Me volví hacia Casio que escuchaba al camarero. Le había preguntado por las últimas novedades que acababan de dar en la radio, 'En Polonia', decía el camarero, 'Se ha terminado de preparar el cisco con el Walesa de por medio, parece ser que allí tienen algo parecido a una guerra civil: unos a favor de los americanos, otros de los soviéticos; la OTAN, al final, apoya a Estados Unidos, así que sólo quedamos fuera Suiza y España; parece que Rusia se recupera rápido y contraataca en la RDA; los dos han rechazado la mediación del PCE y de Mitterrand; A última hora parece que el Papa se ha ofrecido; Esto lo están estudiando'. Casio me sonrió sibilino, 'Al final, lo mismo hasta tienes razón'.
Salimos de allí. Cuando pisamos la calle, nos dimos cuenta de que nevaba nuevamente, si cabe con más fuerza. Nos detuvimos en mitad de la noche. No sabíamos a dónde ir. No era necesario que volviéramos a casa. Tenía la sensación de que no estábamos haciendo nada, y no se podía esperar de brazos cruzados. Era la misma sensación de todo el día. Dentro, muy hondo, sentía un vago impulso que me impedía mirar y esperar; notaba que algo, no sé si el amor o el instinto de supervivencia, me empujaba a hacer cosas, aunque parecieran inútiles, como los poemas. Se me ocurrió de repente, 'Y si nos juntamos hoy también con el cura, podíamos hacer algo más que hablar como comadres, ¿qué os parece?'
Algunos se animaron, otros se despidieron de nosotros con vagas excusas. Me daba lo mismo. Yo tenía la necesidad de hacer algo. No sé si eran excusas para la conciencia, si servía de algo. No sé si era algo más, o era algo menos.
Gabi me siguió, pero en su mirada descubrí cierto tono oscuro de pesimismo, '¿Crees que va a servir de algo?', 'Joder Gabi, no lo sé, no tengo ni idea. Ellos tiran bombas de neutrones, nos matan, nos acribillan. Nosotros no tenemos nada que arrojarles al rostro. Pero y si sirve, y si es verdad lo que dicen los curas. Joder, Gabi, venga, vamos, por si acaso, que no quede por nosotros'. Volví a repetir el argumento, parecía que tenía nada más que dos o tres argumentos, 'Sólo se me ocurren dos cosas: esperar, no sé si bebiendo o haciendo qué, o intentar que nuestra oración mueva el corazón de Dios, o cómo se llame'. Le miré con decisión, 'Prefiero hacer algo, a lo mejor sólo es tranquilizar la conciencia; pero chico, hablar con Reagan me pilla a trasmano, y mi inglés es muy justito'. Y le sonreí con amargura, 'Además, según me han comunicado fuentes bien informadas, anda ocupado en matar rusos, y todo lo que se menea por aquella parte, si es que queda algo'.
Era lo único que podíamos decir: por si acaso. Había que hacer cosas por no quedarse de brazos cruzados. Y había que hacerlo deprisa, porque las huestes del mal, o de la sinrazón, o de la locura, llevaban mucho trecho del camino recorrido. Me imaginaba la devastación en el extremo oriente de Rusia, o en Alemania, o en Cádiz, o en Polonia, ¿quién sabe si en más lugares?, y llegaba a la misma conclusión. La más pequeña gota de agua que pudiera arrojar para apagar ese fuego devastador, tenía que tirarla. No sabía si se evaporaría o apagaría alguna llama, pero yo debía de intentarlo.
Y seguí adelante, en medio de la copiosa nevada, camino de la casa del cura.
Advertencias y avisos
Querido lector, querida lectora a partir de este momento, Euritmia en la Red ha eliminado de sus contenidos la novela corta "Alas rotas", cuya primera versión fue escrita en el verano de 2003.
Como explico en el post correspondiente la razón se debe a que la editorial "La Esfera Cultural" ha decidido publicarla en papel.
Puede adquirirse si pulsáis en ESTE ENLACE
VERSIÓN EN AUDIO DE ALAS ROTAS
Introducción a la versión en Audio.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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14 comentarios:
Llevo varios días rumiando el comentario a este capítulo de tu novela. Resulta difícil, pues el paso de los años, nos desprende de ese ardor juvenil que nos convertía ante nosotros mismos y no digamos ante los amigos, en auténticos héroes capaces de cambiar el mundo.
En algún momento de mi vida, me he sentido como el protagonista e incluso hubiera previsto actos parecidos a la oración que él propone. Probablemente hubiera encabezado un manifiesto o convocado una sentada o una marcha, que de todo ha habido, pero hoy escribidor, me cuesta reconocerme en estos actos nobles e inocentes.
La capacidad de rebeldía ante las injusticias no se pierde, pero las formas se moderan, quizá porque vienen detrás los que han de suplirnos, o quizá, simplemente sea una excusa para abandonar.
La ficción, como relato salido de tus dedos, sigue siendo emocionante, aún con el paso de los años.
Me doy el gustazo; hoy, mis besos son melancólicos.
Isolda:
A mí me pasa un poco lo mismo...
Cuando escribía el texto, me enardecía. Me imaginaba que era el prota y decía, ¿ahora qué harías tú? Pues me iría a tomar unas copas. Pues me iba. ¿Y ahora? Pues me encantaría que los dos grupos de mis amigos se juntaran y ser uno solo. Y los juntaba. Y así sucesivamente.
Y me daba cuenta que no podíamos hacer nada... ¿O sí?
La mayoría de novelas con este tema, quiero decir una especie de amenaza sobre el planeta al completo, se han planteado en el cine y en la literatura vistas desde los focos de poder, o sea La Casa Blanca, El Pentágono, El Kremlim... En fin lo que toque en cada caso. Quizá, como mucho, Londres, París, Berlín, Tokio, Pekín... Poco más.
A mí me apetecía hacer lo contrario. Plantearme la impotencia absoluta para enfrentarme a un problema irresoluble y para ver cómo puede cmportarse el ser humano en situaciones límites desde un lugar que para los poderosos no tiene ningún interés, y no representa nada y puede decidir nada.
Luego pasan los años y te das cuenta que el libro está lleno de inocencia arrebatada y, sin embargo, si lo volviera a escribir, y si el protagonista tuveiera esos años, poco cambiaría, salvo internet, claro, lo que daría un vuelo impensable al texto.
Si el protagonista tuviera nuestras edades, sería mucho más dura, sin duda, más pesimista. aunque lo mismo, como dice el refrán, quien tuvo retuvo...
Jo, que rollo.
Me gusta esta pandilla, o las dos pandillas, me trae recuerdos otra vez.
Reagan-Moisés en su Mar Rojo de sangre que prefigura a Bush y su cruzada... Decimos en Francia " vale mejor dirigirse a Dios que a sus santos", aquì serà preferible una oraciòn que una charla en inglés muy malo con Reagan que no tendrà mucho tiempo para escuchar a chicos de Euritmia!lo que hace que el refràn se entiende literalmente por tanto que Reagan, o otros dirigentes de otros paìses a quienes se podrìa dirigir también, sea un santo. Bueno, tiene mucho poder.
Catherine:
No sé si dice en España lo mismo, pero me lo apunto: es mejor dirigirse a Dios que a sus santos.
Sin duda.
Gracias por tu fidelidad a pesar de los vidajes.
Siempre he escuchado muchas opiniones de que nuestra neutralidad salvó a España de ser partícipe de la Primera y Segunda Guerra Mundial, sin embargo pienso que esa “neutralidad” se deforma cuando Franco ayuda a Hitler enviando la División Azul o cuando los franquistas ayudan a los EEUU en el 53…no digamos cuando el PSOE nos la metió doblada con el “Si” en el referéndum de la OTAN y para rematarlo el PP cuando nos metió en la estructura militar de la OTAN en el 96…Pa neutrales los de Euritmia.
Un abrazo.
Flamenco Rojo/Pepe Gonce
Creo que la neutralidad española de la I y la II guerra mundial es diferente. Pero en ningún caso se debe a una postura realmente neutral.
En el caso de la primera, había tal división entre simpatizantes de un bando y del otro, que mejor no hacer nada contra nadie.
En el caso de la segunda me parece que se trata, por una parte del típico caso de convertir la necesidad en virtud, pues un país destruido, exhausto y casi exangüe no podía plantearse participar en ninguna contienda. Por otra parte, como bien señalas, desde el Poder surgido de la guerra se hicieron gestos indudables que venían a decir aquello de que somos neutrales, pero menos.
Por no hablar de que, probablemente, Franco nunca se fió de la supremacía nazi. En este caso el miedo funcionó.
Nunca he creído en la neutralidad pasiva.
Me parece que la neutralidad verdadera es la que busca activamente la paz. Y de eso no hay mucho.
Lo del sí, que era no, o el no que era sí, del gobierno González, fue una canallada histórica que, sin embargo, creo que era inevitable.
Siempre me ha dado que la entrada de España en la CEE de entonces UE de hoy, llevaba aparejada en la letra pequeña del contrato una cláusula, que se llamaba OTAN.
Sé que es infemostrable, pero me parece evidente.
Y, aunque me duela decirlo, soy de los que creo que si estás en un sitio estás para lo bueno y para lo malo. Quiero decir que es muy bonito ser socio de un club y acudir a los partidos sin tener que pagar la cuota.
Flamenco, parece que te hubiera dictado mi opinión. Recuerdo con una rabia inmensa y con dolor de tripa, absolutamente real, el día en que salió el sí a la Otan.
Pero sigo al comentario de Amando y creo que se lo tomó menos visceralmenete que nosotros, hasta llegó a ver la letra pequeña y acertó. Pero siempre fue una traicion. Y no la he perdonado.
Besos ya irremediables.
Un 11 de noviembre una dependiente de una tienda de Barcelona me preguntò: Porqué hay tantos franceses hoy? Asì me di cuenta que los españoles tampoco estaban en la I guerra mundial.
En cuanto a la Otan: salimos de la organisaciòn con de Gaulle, acabamos de volver con Sarkozy! No comment.
Hola Catherine, cuánto me alegro de tu vuelta.
Creo que podrías explicarnos a todos qué se celebra el 11 de noviembre en los países aliados.
No puedo evitar acordarme de los ingleses con su amapola roja en la solapa.
Besos rojos.
Isolda:
No, si también lo viví fatal. Es más voté que sí, o sea que no, vamos que me opuse. Creo que se trataba de eso, como las preguntas informáticas, tan complicadas que acabas metiendo la pata. Aquel día una generación descubrió que la izquierda también es muy posibilista y resultadista. Pero, repito, me parece que cuando en el 82 se entró en la UE, iba lo otro, que de alguna manera, además, estaba hecho, pues si no recuerdo mal, Calvo Sotelo ya nos había acomodado en aquella mesa.
Catherine:
Me uno a lo dicho por Isolda. Sólo tengo una vaga idea del asunto, pero te cedo la palabra para no meter la pata.
¿O sea con la derecha salistéis de la OTAN, y con la derecha habéis vuelto a entrar?
Por cierto, yo tenía entendido que habiais salido del entramado militar, no del político que nunca habéis abandonado. ¿O estoy en un error también?
Hola Isolda! los soldados franceses con sus pantalones rojos eran muy guapos también. Se los cambiaron ràpido por un uniforme "azul horizonte" por ser blancos demasiado localizables.
No voy a dar clases de historia. Confirmo que el 11 de noviembre de 1918 fue firmado el armisticio que puso fin a la I guerra mundial. El Tratado de Versailles del 28 de junio de 1919 debìa consolidar la paz entre Alemania y los Aliados. Acabo de leer en Google, para refrescar mi memoria y no decir tonterìas, que unos lo califican de "chapuceado". Es cierto, despuès de la I hubo la II guerra mundial. Creo que saber màs de este tratado serìa interesante: concierne Armenia, los Balcanes y muchos otros paìses hasta colonias y por supuesto Alemania y su idea de revancha y su crisis econòmica.
De Gaulle mando las tropas americanas fuera de Francia sin romper los contactos polìticos con America, pero no era seguidor ciego de America. En esa época, decìamos America para decir EEUU. America Latina casì no existìa para nosotros....
Gracias amigos por la oportunidad de escribir màs castellano; esperando que es comprensible y sin errores fundamentales: habìa dicho no comment!
Besos.
Catherine
En estos días mi hija menor, Ana, ha estudiado este tema de la I Guerra Mundial y el tratado de Versalles.
Se hizo mal, desde luego.
Creo que alguien debió de decir a alguien que también hay que saber vencer. Pero bueno, ya no se pueden arregalr las cosas.
Tu español sigue siendo bueno. Mejora con los días, y me enorgullece que de algún modo esté colaborando con ello.
Un beso.
Catherine, ya sabía yo que nos lo explicarías estupendamente. No hicimos caso de tu no comment y te lo agradecemos, además practicas español. Es verdad que cada día escribes mejor.
Buenas noches y muchos besos.
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