Cómplices

Advertencias y avisos

Querido lector, querida lectora a partir de este momento, Euritmia en la Red ha eliminado de sus contenidos la novela corta "Alas rotas", cuya primera versión fue escrita en el verano de 2003.
Como explico en el post correspondiente la razón se debe a que la editorial "La Esfera Cultural" ha decidido publicarla en papel.
Puede adquirirse si pulsáis en ESTE ENLACE

VERSIÓN EN AUDIO DE ALAS ROTAS

Introducción a la versión en Audio.

domingo, 11 de octubre de 2009

MAÑANA AMANECERÁ (IX)

Mis hermanos, que todavía se levantaban, porque aquel día comenzaban sus clases más tarde, me miraron sorprendidos, cuando me vieron de vuelta, ya tan desencajado como las personas que acababa de ver. Estaba de veras muy nervioso
¿No habéis puesto la radio?
Era algo evidente, pero no se me ocurría otra forma de no decir las cosas de sopetón. Mi madre, que siempre había sufrido de los oídos, fue la única que me respondió, quizá ajena aún al aspecto de mi cara, Estoy harta de ruidos. Y no se me ocurrió otra cosa que en tono autoritario decir, Pues ponedla. Mis hermanos, todavía con los ojos pegados por el sueño, empezaban a ponerse nerviosos, ¿Pero, qué es lo que pasa? Y lo solté como me lo habían dicho, no me daban otra opción, Que Estados Unidos ha declarado la guerra Rusia. Mi madre me miró extrañada, no terminaba de comprender. Diego palideció y Serafín enmudeció. Mi padre que estaba despierto en la cama, como respuesta, enchufó su viejo transistor. Fuimos en avalancha hacia allí. Mi madre exigió una respuesta, ¿Pero que pasa? Se lo resumí quizá un poco duramente, pero así lo entendería, Los que tienen más armas y las más peligrosas han empezado una guerra, y como alguien no lo remedie, esto se acaba. Y comprendió. La palabra guerra, aún le estallaba en el corazón como los disparos y las bombas que debió escuchar en su infancia. Y tenía efecto, un efecto que no admitía dudas. Por fin sólo se escuchó el vuelo de las palabras que salían del viejo receptor, casi eterno, que mi padre escuchaba siempre que estaba acostado.
... Las noticias que venimos ofreciendo del suceso que hoy conmueve a todo el Planeta se confirman en todos y cada uno de sus extremos. Movimientos en Nome, junto al estrecho de Bering, de las tropas norteamericanas y desembarcos en Nantes. Por otro lado, las tropas soviéticas se han concentrado en Keniut, Anadyt y Stalino. Otro grueso muy importantes está al otro lado del muro de Berlín... Pasemos a la información que nos trae Isabel acerca de la situación en suelo español.

Y la tal Isabel, con voz angelical despachaba sus datos,
Buenos días, de nuevo. La base de Torrejón se halla en estado de máxima alerta. Es imposible acercarse hasta ella. Ahora disponemos de una conexión con nuestra emisora de Cádiz.

Viajábamos hacia el sur en inapreciables milésimas de segundo.
Buenos días, Isabel, queridos oyentes. Aquí, en Rota, las cosas parecen muy tranquilas, pero, como nuevo dato, hemos de decir que nos ha llegado de fuentes dignas de toda solvencia la noticia de que esta noche, a las tres y cuarenta minutos, aproximadamente, han arribado tres submarinos nucleares que partieron anteayer de Daytone Beach en misión rutinaria.

La cosa se ponía fea, se notaba en el tono del locutor, que a pesar del momento, demostraba su profesionalidad haciendo preguntas de periodista

¿Habéis conseguido alguna declaración o manifestación de algún oficial perteneciente al mando norteamericano en la base?

Desde Cádiz la respuesta parecía más tranquila.

También aquí, la situación oficial es de estado de máxima alerta, y nadie osa
acercarse a la Base.

Se despedía aquella conexión, había urgencia, era todo muy eléctrico, lo que contribuía a que el nerviosismo fuera calando en nuestros cerebros.

Si tienes alguna información de alcance, sabes que las líneas abiertas... Lo han escuchado señores oyentes. En Rota máxima alerta, y, parece que se confirma que esta madrugada han llegado procedentes de Norteamérica tres submarinos nucleares... Vayamos hasta Zaragoza... ¿Radio Zaragoza?, Buenos días de nuevo..., Por decir algo, ¿no?, Sí, evidentemente, porque si esto no lo paran, se acabó, ¿Tienes nuevas informaciones?

El diálogo de ambos periodistas parecía indicar mutuo conocimiento personal, aquello se parecía más a un conversación de amigos. Y el tono de voz procedente de Zaragoza que salía del antiguo aparato de radio marrón, no era, ni mucho menos, tranquilizador.

Así es, Antonio... El Comandante en Jefe de las tropas americanas destacadas en Zaragoza, a nuestra pregunta de si era cierta la noticia de la declaración de guerra ha respondido...

Tras el murmullo que precede al pinchazo de la cinta se escuchó la voz del tal Comandante. Dejaron que las primeras palabras nos llegaran limpias en inglés, después, la voz de otro locutor iba traduciendo al español.

Los Estados Unidos de América han decidido concluir con el Comunismo Iternacional, porque su tendencia a la expansión es el gran peligro de nuestra civilización basada en la Libertad y la Democraci, así como el mayor peligro para la Seguridad del Mundial. Ahí están los ejemplos de Hispanoamérica y Oriente Medio.

Aquello me empezaba a sonar a razón peregrina, pero parecía ser la causa. Mientras en el cerebro se me disparaban todas las alarmas, seguía escuchando.

Cuando le preguntamos acerca del peligro que corría el resto del Planeta, se limitó a un lacónico y escueto, No coment... Bastante significativo, ¿no os parece?, ¿Cómo se encuentra la Base?, Igual que Torrejón y Rota...

Y no pude por menos de decirlo en voz alta, Será hijo de puta. Y mi hermano, creo que lo hizo por hacer algo, preguntó, ¿Quién?, El Comandante ése. Mi padre nos mandó callar. El locutor no paraba de decir cosas; pero yo quería desesperadamente que se callara, que no dijera nada más de todo aquello... Que cambiara el tono y dijera que todo era una broma, un montaje como el de Orson Wells que desde una emisora de radio americana, convenció a sus compatriotas de que la tierra estaba siendo invadida por los marcianos. Pero, no, nuestro periodista no se podía callar. Era incansable. Él no, él no podía cerrar el pico. No, él seguía hablando, ajeno a mis más íntimos deseos.

Ya lo han escuchado ustedes, es increíble y no nos gustaría ser alarmistas, pero me parece que la cosa está clara: o alguien empieza a tomar medidas eficaces o cualquiera sabe si no estaremos asistiendo a una de nuestras últimas emisiones... Isabel, ¿qué sabemos de los ejércitos españoles?

Aquello no lo había dicho yo, aunque eran mis palabras de hacía unos minutos, lo habían dicho en un estudio radiofónico en la capital de España, como si estuvieran leyendo mis pensamientos, pero escucharlo a través del sonido que salía del aparato, ponía los pelos de punta, mi madre me miró, estaba muy asustada. La voz angelical de la tal Isabel continuaba a lo suyo, en su afán de darnos información, con cada palabra, nos colaba una navaja de miedo que traspasaba el alma.

Todas las bocas están cerradas y las tropas acuarteladas, pero no en estado de alerta. Lo podríamos definir, aunque no sea un término muy ortodoxo, como a la expectativa.

Aparecía otra voz desde el fondo de la cama de mis padres.

Buenos días, Javier Ónega, Buenos días, Antonio, Buenos días queridos oyentes. La noticia está en la calle y nosotros hemos recabado información de los líderes políticos y de algún que otro ministro. Los pocos que han querido o han podido hablar. El primero ha sido el Secretario General del Partido Comunista de España, Santiago Carrillo...

La voz rasposa, portadora de toda la nicotina del mundo, del viejo comunista, al que mi padre no tragaba, se coló por las ondas, ante sus protestas que acallamos...

La situación es crítica y tal y como nos temíamos, o se acaba esto con un inmediato acuerdo de paz, o será la hecatombe. No deseo ser alarmista, pero esta situación es demasiado complicada. Por suerte, y a pesar de los intentos poco disimulados del gobierno de los Estados Unidos de América y del actual gobierno español, todavía España no ha ingresado en la OTAN. El Partido Comunista de España pide con energía y claridad a ambas partes que se sienten a dialogar. Incluso, se ofrece como mediador en el conflicto. Creo, por otra parte, que este es el momento en el que se necesita un Gobierno de Concentración Nacional, en el que se dé cabida a todas las sensibilidades ideológicas que conviven en nuestro pueblo y que están representadas en el Parlamento...

Después de escuchar al veterano comunista, uno no sabía a qué carta quedarse. Parecía que los discursos del pasado, en apariencia anacrónicos, volvían a tomar actualidad, pero la voz de Javier Ónega salía de debajo de la almohada prácticamente sin pausa. Tenía la intuición de que ellos estaban más asustados que nosostros mismos y que con esta especie de verborrea irrefrenable intentaban exorcizar a toda la manada de demonios que parecían haberse escapado del infierno.

El siguiente en ponerse al otro lado del hilo telefónico ha sido el Secretario General de la UCD... Desde luego, la situación es catastrófica, si no se pone fin a esta descabellada escalada bélica inmediatamente. Desde aquí, y agradezco la oportunidad que se me brinda, y en mi nombre y en el de la unión de centro democrático, pido cordura a los dirigentes de ambos países y confío en la Providencia. Personalmente, me quedan ciertas esperanzas puesto que, tal y como me acaban de comunicar extraoficialmente, con carácter de extrema urgencia se reunirá a las cuatro de esta tarde, hora española, el Consejo General de las Naciones Unidas... Me gustaría dejar claro, ya que se me brinda esta oportunidad desde su emisora, que para nuestra Patria, en principio, la situación no reviste mayor peligro que para el resto del mundo, ya que, de momento, estamos alejados del teatro de las operaciones...

Las declaraciones fueron cortadas por una voz apremiante, nerviosa, impaciente, con restos de un atávico temor en el último vibrato de las cuerdas vocales.

Un momento, Javier. Nos llega un despacho importante y urgente de la Agencia Efe. Leemos textualmente.... El Gobierno de los Estados Unidos de América, se ve en la penosa tarea de cumplir el deber al que se siente impelido por la historia y por la serie de hechos que cada día toman un cariz más peligroso para la libertad y la democracia en Occidente. Esta madrugada, en aguas internacionales, y sin mediar ningún tipo de provocación o aviso, un portaaviones de la Armada Norteamericana ha sufrido un ataque procedente de un submarino nuclear soviético. Este atentado contra el territorio de los Estados Unidos de América es el colofón de una larga serie de afrentas que este pueblo no está dispuesto ni a tolerar ni a soportar. Se constata, una vez más, el aumento de la inestabilidad internacional, motivada fundamentalmente por la actitud irresponsable de los dirigentes de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que extiende su perniciosa influencia a zonas tan sensibles para el equilibrio internacional como África, los Países Árabes, Latinoamérica y el Extremo Oriente. Además, hay que añadir a todo ello que, según demuestran contundentes informes del Departamento de Inteligencia, la Unión Soviética financia, dota y entrena grupos terroristas que intentan, por la fuerza de la extorsión, el secuestro, el asesinato y, en fin, cualquier otra forma de terror, imponer la ideología marxista, totalitaria y alienante para los pueblos en su conjunto y para cada uno de los individuos que lo conforman. Por la suma de todas estas circunstancias tan peligrosas para mantener el orden, la paz y la libertad en el mundo, los Estados Unidos de Norteamérica deciden cumplir el papel que la historia le demanda en orden a fortalecer y apuntalar definitivamente la libertad, la democracia y la seguridad mundial. Por ello, puestos a la cabeza de occidente, y colmada la paciencia de este pueblo, como baluarte de la cultura occidental, y como salvaguarda de los Derechos Humanos, declara la confrontación bélica contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Dicha situación será mantenida hasta la total rendición de las tropas soviéticas y sus aliados, o hasta que, de motu propio, establezcan un calendario concreto, contrastable y creíble para un proceso de democratización, que seremos los primeros en aplaudir por el bien del amado pueblo ruso y del resto del mundo. Dios, que nos guía, bendiga a América... Este parte de declaración de guerra ha sido dado a conocer desde el Pentágono hace unos diez minutos, y viene firmado por el Presidente Ronald Reagan...

La voz de Isabel, a pesar de todo lo escuchado, increíblemente, no había enmudecido, seguía intacta su capacidad de emitir sonidos, y lo que más me sorprendía, sin aparente inflexión de conmoción u otra emoción en su voz.

Perdón, Antonio, nos comunican que en unos diez o quince minutos, su Majestad
el Rey se dirigirá a toda la Nación por radio y televisión.

Tampoco había enmudecido Antonio, que volvió a dar paso a Javier Ónega, a quien tampoco le fallaba la voz. Era increíble acababan de dar lectura al comunicado por el que Estados Unidos declaraba la guerra a los soviéticos y seguían hablando, como si comentaran los últimos resultados de la última jorada de liga. Seguro que era su defensa ante la avalancha que les venía encima, pero a mí me estaban poniendo de los nervios.

Al otro lado del teléfono, en directo, el Secretario General del Partido Socialista Obrero Español. Señor González, ¿ha podido escuchar la declaración de guerra?

Yo no entendía cómo podían seguir haciendo lo que hacían. Estaba paralizado. Mis hermanos lo mismo. Mi padre no se creía lo que estaba oyendo. Mi madre, literalmente, temblaba. Imagino que más de un recuerdo macabro sobrevolaría por su recuerdo. Pero allí seguían las voces, saliendo al frío aire matinal, a través del viejo artilugio.

Es increíble que en mil novecientos ochenta, casi en el ochenta y uno, se produzcan estos acontecimientos que van contra la lógica de la historia y de cualquier mente que se rija por la cordura. Mi primera valoración, que emito a título personal, pues la ejecutiva federal del partido socialista obrero español aún no se ha reunido, es que me parece una injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos de otra nación, además de ser una nueva y contundente prueba del espíritu imperialista del señor Reagan. Y aunque se confirmara el ataque sufrido por el portaaviones norteamericano en los términos que han sido leídos por ustedes, el derecho internacional prevé otras medidas, antes que la declaración de guerra. Por consiguiente, sin acritud, y sin poner en duda que los Estados Unidos son aliados de esta país, pero con firmeza, rechazamos con contundencia tan repulsiva acción. Además, solicitamos del Gobierno de la UCD que mantenga informada a la población de todos lo movimientos de las tropas americanas en suelo español. Solicitamos que la postura de nuestro Gobierno, ante la Asamblea General de la ONU que según me acaban de comunicar parece que se va a celebrar esta tarde, sea clara y precisa, contra este movimiento invasor de claro afán neocolonialista. También, con toda energía y firmeza, pedimos que se vuelva a la cordura y que esto no tenga mayores repercusiones que las ya muy graves que ha tenido. Por consiguiente, es nuestro deseo como partido de progreso y como único partido que tiene la verdadera alternativa al gobierno de nuestro país, que el pueblo español sepa que los socialistas apoyaremos en la medida de nuestras posibilidades con toda energía, pero con toda independencia, la acción gubernamental dirigida a conseguir la vuelta a normalidad internacional.

Por fin rompí el silencio de aquel dormitorio, ¡Qué piquito de oro! La cosa ya fue imposible, hasta para los de la radio, y mientras todos esperábamos la intervención del rey, pusieron algo de música.
Y la casa se llenó de los acordes enérgicos, vitales y esperanzados del último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven. Los de la cadena SER estuvieron bien. Sin embargo, nadie le prestó mucha atención. Todos habíamos palidecido. Mi padre se levantó de la cama. Después de desayunar se preparó un güisqui. Le pedí uno para mí. Sin rechistar, me lo preparó. Le ofrecí un cigarro que encendió un poco temblorosamente. Nadie hablaba. Me asomé, a través de los cristales, por el balcón. Comenzaba a nevar de nuevo, con cierta intensidad. Ni un solo coche, ni los autobuses. La calle estaba desierta. Un silencio angustioso nos envolvía. Mi padre habló con dolor, Esto se acaba. En su voz, creo, también resonaba el eco pasado, pero nunca olvidado, de otra guerra que torció su vida para siempre, aunque el fuera tan niño. Pero me resistía a reconocerlo, al menos en voz alta, a pesar de que yo había sido el primero en decir lo mismo en aquella casa, que era también era la mía, No seas gafe. Pretendía poner esperanza, cuando sabía de sobra que ni yo me lo creía. Y mi hermano aportaba raciocinio, ¿Pero quién lo arreglará la ONU? Mi postura, de pronto optimista y un tanto irracional, era complicada de mantener, tenía que hacer verdaderos ejercicios circenses, Esos, seguro que no; quizá, cuando la cosa esté muy al límite alguien sea capaz de poner cordura..., qué sé yo; lo mismo el único que puede ahora es el Papa.
Dije esto sin pensarlo, como quien pide auxilio en medio de un incendio que le tiene rodeado. Nos miramos, me miraron, y comprendimos, ellos y yo, que, en el fondo, esperábamos un milagro, la intervención de Dios en los acontecimientos; pero, según estaban las cosas, era lo único que nos dejaban que pensáramos... Y esa intuición, a medida que pasaba el tiempo, era la única lógica, por muchas vueltas que le daba. No encontraba a nadie más, persona u organización, en todo el orbe capaz de sentar en la misma mesa a ambos monstruos una vez comenzadas las hostilidades. Salvo el pánico a la destrucción total. Pero, en este caso, ¿llegarían a tiempo para evitar el final?
Mi madre, al vernos a todos así pidió más explicaciones que intentamos que fuesen lo más claras y reales. Y concluí, En fin, que si se les ocurre empezar a mandar misiles nucleares hacia las bases españolas, adiós, y además con las bombas de neutrones, pueden dejar todo el mundo sin nadie...La situación era de nerviosismo y de impotencia. ¿Qué podíamos hacer? Y alguien lo preguntó, ¿Qué hacemos? Se dijo algo obvio, que no fue recibido con aplausos, Esperar acontecimientos, ¿qué vamos a hacer? Protesté con energía, Cuando tengas la bomba en tus narices, me lo cuentas, Ya lo sé, ¿pero qué podemos hacer?
Se empezaron a escuchar las notas briosas del himno nacional. Desconectamos la radio. Enchufamos la televisión. Don Juan Carlos quería mostrarse tranquilo, pero su rostro aparecía tenso, la mirada inquieta y severa, casi adusta, y la tez pálida, a pesar del trabajo de los maquilladores, sus manos estaban crispadas, los nudillos blanquecinos, a veces se percibía un ligero temblor en ellas...

Españoles, en estos duros momentos para la historia mundial, en mi nombre, en el de la Reina, en el del Príncipe de Asturias y las Infantas Elena y Cristina, comparezco ante vosotros con la intención de llevar confianza y tranquilidad a vuestros hogares. Sé que es misión ardua, pero en tiempos difíciles es cuando el temple de un pueblo como el del español, forjado en mil sufrimientos y batallas, ha de manifestarse. Por ello, es mi deseo que, a pesar del sufrimiento y la preocupación que nos embargan, trabajemos por rescatar el don más importante: la paz. Confiemos en la cordura de los hombres y en la providencia. Os pedimos, que en estos instantes de dificulatad y de peligro, olvidemos nuestras diferencias y nos hermanemos como pueblo y trabajemos en nuestra tarea cotidiana con la alegría que caracteriza la nobleza de nuestro espíritu, para que la paz se reanude, a partir de hoy, y de forma permanente. Como Jefe del Estado, como Rey de todos los españoles ya he dirigido mis palabras a nuestros líderes políticos para que en la medida de sus posiblidades, también contribuyan al logro de una pronta vuelta a la normalidad. Desde la Jefatura del Estado, hago votos para que la solución se duradera y justa. Esta no es la hora de buscar a los culpables. Es el supremo instante en el que todos trabajemos para que la paz se enseñoree de este Planeta que ha soportado ya tantas guerras. Sé que el Gobierno español se pone a la cabeza de su pueblo, de todos vosotros que sois personas de buena voluntad, para buscar con todas nuestras energías la paz. Desde ahora, vuestro rey se ofrece como mediador ante los gobiernos de ambas naciones en conflicto. Trabajemos, y que Dios haga el resto. Es ahora cuando la historia nos grita para que demos ejemplo de tranquilidad, responsabilidad y cordura. Estas virtudes que adornan a este pueblo y que están siendo la admiración del mundo entero en estos años de tránsito para nuestra Patria hacia la plena libertad y la plena democracia. En esta hora histórica, os convoco a la unidad y a la búsqueda fructífera de la paz. Españoles, no he tenido a bien suspender ninguna de las garantías, ni libertades constitucionales, pues, en principio, la situación no afecta de forma directa a España. Sin embargo, como Comandante Supremo del Ejército español, y en el ámbito de lo previsto en la Constitución y en el resto del Ordenamiento Jurídico, he ordenado que todos los acuartelamientos estén preparados ante cualquier eventualidad que pudiera surgir en las próximas horas y días. Seguro que el pueblo español, se ha de sentir orgulloso de sus Fuerzas Armadas... Ahora me dirijo al pueblo norteamericano y soviético: convenced a vuestros gobernantes de que lo que hacen es un error que puede concluir en un holocausto sangriento, que tendrá consecuencias irreparables para el resto de la humanidad. No permitáis que por ambiciones políticas de unos pocos, se pueda destruir el mundo entero... Españoles, desde lo más hondo de vuestro corazón, rogad por la paz. La reina y yo, el príncipe y las infantas, ya lo hacemos. ¡Viva España!.

Volvió a sonar el himno, y, relativamente, nos sentimos un poco mejor, pero lo que nos había venido a decir, era que se podía hacer más bien poco. Rezar, trabajar y confiar en que el ejército lo haría bien, y nos habíamos de sentir orgullosos de ello. Esto último no entendí muy bien por qué...
Como si aquellas palabras del rey, no hubieran sido un deseo, sino una orden, comenzaron a oírse coches, y alguna que otra persona salía a la calle. También las emisoras de radio volvieron a cierta normalidad, pero con la promesa de que si surgía alguna noticia, la darían a conocer de inmediato.

Ante este acontecimiento, que cambiaría el curso de la Historia de una u otra forma, yo esperaba que sólo fuera eso y no que la concluyera, ni que nosotros fuéramos los últimos habitantes de este planeta, ¿quién podía pensar en otras cosas?, ¿qué habría más importante? Me di cuenta de que, salvo conocer más datos sobre la noticia y volver los ojos a la divinidad, nada había tan importante. Al menos, en esos primeros momentos de mazazo.
Llamé a David por teléfono, ¿Damos el recital? No hacían falta demasiados preámbulos. En este tiempo había hecho cosas, Ya he llamado al director y me ha dicho que lo demos, que intentemos actuar con normalidad, iba a empezar a llamar a los demás para decírselo... ¿Tú qué piensas de esto? Dije lo que me estaba royendo el corazón, Un milagro nos salvará, lo demás me parece muy improbable, hace tiempo que dejé de creer en la cordura y buena voluntad de los dirigentes, sobre todo de los de esos dos países; joder, David, hay que estar locos para esto, David, tengo miedo, no quiero que esto se acabe. Me respondió con un temblor en su voz, Ni yo, chaval.

Alguien había decidido que teníamos que actuar con normalidad, quizá para evitar que los problemas aumentaran de forma desmedida. Supuse que iba a ser difícil. De todos modos lo intentaríamos, aunque el peso de la espada de Damocles, que había aumentado infinitamente en aquellos instantes sobre nuestras cabezas, hacía que la cuerda de la que pendía se fuera deshilachando... Además, se añadía otra zozobra para mi corazón, por culpa de estos cabestros, a lo mejor me quedaba sin saber lo que era el amor...

4 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Desde el principio de este capítulo (antes, no), supuse que la cosa iba por el 23F pero esta extrapolación, imposible de imaginar! Otra sorpresa. Otro estilo, otra historia...
Creo que tendremos que llevar varios cuadros sinópticos para seguirte, Amando.

Me gustan tus descripciones tan precisas.
Afortunadamente lo que relatas, no sucedió y la vida fluye por otros derroteros.

Besos, hoy tranquilos.

Amando Carabias dijo...

Isolda:
Aunque parezca estúpido por mi parte, la verdad es que hablar del 23 F era más difícil que extrapolarlo todo.
El proceso fue otro, aunque es cierto que me aproveché de lo que había ocurrido en cierto sentido, que ya se ha visto en este capítulo: el papel de la radio en todo aquello y cierto modo de reaccionar de nuestros políticos. Nada más.
La idea, como se verá es otra.
Iba añadir algo más, pero iremos comentando a lo largo de las próximas semanas

Flamenco Rojo dijo...

Tengo todavía los pelos de punta y eso que no ocurrió…Joder que casi por esas fechas estaba yo haciendo el servicio militar en la Base Aérea de Morón, que también había la torta de americanos. Pues no hice yo guardias por la zona de los yankis.

Lo único que me ha sacado una sonrisa del relato ha sido lo de “sin acritud” del Sr. González ¡Qué piquito de oro!

Afortunadamente, como dice Isolda, no sucedió y la vida fluye por otros derroteros...y ahora con el reciente Nóbel de la Paz, Obama, eso es impensable.

Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

Pepe Gonce
Claro, ¿dónde ibas a estar, en el ejército del aire, como los buenos flamencos? ¿Y no sospechaban de un flamenco rojo? Porque un par de años después en Burgos sospechaban de un poeta sin color, así qué...
La verdad es que no pasó, y cuando la escribí hasta a mí se me ocurría pensar que me estaba pasando, que más de uno, ai alguien la leía, se iba a poner nervioso.
Anda que si me llego a inventar nombres y la planto en el 2020, por ejemplo...