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Advertencias y avisos

Querido lector, querida lectora a partir de este momento, Euritmia en la Red ha eliminado de sus contenidos la novela corta "Alas rotas", cuya primera versión fue escrita en el verano de 2003.
Como explico en el post correspondiente la razón se debe a que la editorial "La Esfera Cultural" ha decidido publicarla en papel.
Puede adquirirse si pulsáis en ESTE ENLACE

VERSIÓN EN AUDIO DE ALAS ROTAS

Introducción a la versión en Audio.

viernes, 14 de agosto de 2009

FRONTISPICIO

Antes de emprender viaje a Asturias, y a modo de prólogo del primer capítulo que verá la luz, si la técnia no falla, que no tiene por qué hacerlo, transcribo unos fragmentos de lo que escribí sobre esta novela en otra parte.
Lo escribí en febrero de 2004, y especificar ahora la fecha no es casual.

***

Nada más acabar de escribir Fin de trayecto, en julio de 2002, por descansar durante un par de días, que también aproveché para pasear mucho, leí El guitarrista de Luis Landero.
Esta novela me recordó el tono que yo había empleado cuando escribí Mañana amanecerá. Sólo el tono, quizá algo la personalidad y la edad aproximada del protagonista; pero nada más: ni argumento, ni estructura, ni lenguaje, ni asunto, ni calidad, por supuesto. Era, cómo decir, como una vaga atmósfera similar a otra por la que hace tiempo transitamos. Como sentir que ya hemos estado en un lugar que teóricamente es la primera vez que visitamos. A veces ocurre, que el ambiente de una casa se parece al de otra en la fragancia, o en determinada disposición de los objetos, o en ciertos gustos comunes. Esas leves similitudes se tornan, sin embargo, en profundos lazos que las anudan en un mismo sentimiento para siempre.
No tenía nada previsto para el resto del verano, nada en absoluto; digamos que estaba expectante ante mí mismo. La idea de Yaya Luz, seguía siendo un barrunto lejano. El caso es que me lancé, a continuación de acabar con El guitarrista, a una nueva lectura de Mañana amanecerá.
(…)
Recuerdo que cuando la leí aquella tormentosa y oscura tarde de un viernes de finales de julio, no me pareció tan mala, ni mucho menos. Incluso, algunos de sus fragmentos seguían teniendo fuerza, agilidad, belleza y emoción; probablemente la fuerza intuitiva y de grandes trazos que tienen los principiantes. Lo mejor, a mi modo de ver, seguía siendo el arranque. Quizá algo moroso; pero esa intimidad lentificada contrasta con el resto del relato. O mejor dicho, contrasta el ritmo cadencioso del protagonista, con la enervada sucesión de acontecimientos que mantienen en un puño al Planeta. A medida que el desquiciado argumento avanza, pierdo el control y, a veces, busco soluciones infantiles e improbables. O eso me parecía, hasta este año en que algunos trágicos acontecimientos reales casi me dan la razón.
(…)
En esta novela, como se deduce de lo anterior, reflexiono sobre la política y el mal en el mundo. Sobre el frágil equilibrio entre las superpotencias y que, en el fondo, todos los seres humanos estamos en sus manos. Sobre la fuerza que, al final, tiene el pueblo cuando toma una determinación. Sobre la capacidad mortífera y devastadora (como de plaga bíblica, pero de alcance planetario) que tienen las armas que disponen los gobiernos más poderosos. En realidad, lo que pretendo es colocar a los personajes en una situación límite y, a partir de ella, desarrollar sus posibles reacciones, tanto colectiva como individualmente.
Los sucesos de estos últimos años me ha dado la razón. No es que la novela sea profética. Ya no lo puede ser, gracias a Dios, pues cayó el muro de Berlín, y se hundió la URSS; pero el mensaje profundo no se ha alterado ni un ápice. Tanto es así, que algunas veces me pregunto de dónde me vino la inspiración. En los optimistas años noventa, justo con la caída del oprobio de Berlín, parecía que el mundo había entrado en una senda de paz. Parecía imposible una guerra global, internacional, y mucho menos mundial. Irak invadió Kuwait y el colectivo universal (es verdad que con los norteamericanos delante, pero con el apoyo incondicional de toda la ONU, eso no conviene olvidarlo) volvió a poner orden. Sin embargo, diez años después, empieza a ser peligroso tener un solo dueño real y efectivo del Planeta. Estamos en manos de las veleidades de ciertos grupos poderosísimos (fabricantes de armas, multinacionales del petróleo, multinacionales farmacéuticas, magnates de los medios de comunicación) que colocan a su antojo al fantoche que nos gobierna. El resto a rezar, o servir. Rezar para que la cosa no se complique más allá de lo que está; y a servir, para no formar parte de ese famoso eje del Mal. Cuidado, Siria. Precaución, Irán. Descansa en paz, Palestina...
Volvamos a la novela, que al fin al cabo en eso estaba.
Su reescritura supuso hermosos momentos de gozo. Sé positivamente que es casi imposible su publicación, por todo lo que vengo diciendo, pero me pareció enternecedora.
Pueril y enternecedora.
Quizá, con esta versión, haya adquirido más solvencia literaria. Tampoco estoy muy seguro. De lo que sí estoy seguro, es de que el personaje principal, el narrador, un trasunto mío de aquellos años, un alter ego casi clónico, ha crecido con fuerza y determinación. También estoy seguro de que alguno de los personajes que le rodean son más que creíbles. Algunas de las situaciones han adquirido fuerza. Otras, sin embargo, siguen siendo infantiles, casi de telenovela.
En esta versión profundicé en el conflicto emocional del personaje principal. (Por cierto, la aventura romántica es totalmente ficticia, a mi pesar, pues por aquellos años no fui correspondido, ni de cerca, por ninguna de mis amigas). Al final de todo el proceso, que ya digo no me llevó más de dos semanas, se ha tornado más en una novela de amor y guerra que otra cosa.

5 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Brillante título, para esta introducción, que no hace más que dejarnos con la miel en los labios, esperando el primer capítulo de ªMañana Amanecerá"
Así pues, besos de miel espectantes.

Amando Carabias dijo...

Todavía llego a tiempo de saludarte y agradecerte el comentario.
Apenas en unos minutos tengo que hacer la maleta, pero, por supuesto que para este beso siempre tengo tiempo.

Susana dijo...

Comienzo hoy este frontispicio de una novela que ya leí hace siete años. Pero volveré a hacerlo para recordar aquella lectura que seguro hice con una amplitud de miras y una atención distinta a la que ahora tengo.
Besos escribidor

Amando Carabias dijo...

Susana
Cómo echaba de menos tu presencia en estas páginas. Llegas en el momento oportuno. Espero que te pongas al día pronto. Ya sabes que durante veinticinco domingos aparecerá publicado un capítulo de mi primera novela, justo en el primer minuto de cada domingo.
Un beso, paciente lectora.

Marina Filgueira dijo...

Ya me gusta el prólogo... Esto promete y mucho. Comienzo ahora, pero vale más tarde que nunca. Gracias y un beso buen escribidor.